martes, 24 de septiembre de 2024

UNA METAMORFOSIS

 Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.

«¿Qué me ha ocurrido?», pensó.

No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si bien algo pequeña, permanecía tranquila entre las cuatro paredes harto conocidas. Por encima de la mesa, sobre la que se encontraba extendido un muestrario de paños desempaquetados -Samsa era viajante de comercio-, estaba colgado aquel cuadro que hacía poco había recortado de una revista y había colocado en un bonito marco dorado. Representaba a una dama ataviada con un sombrero y una boa de piel, que estaba allí, sentada muy erguida y levantaba hacia el observador un pesado manguito de piel, en el cual había desaparecido su antebrazo.

La mirada de Gregorio se dirigió después hacia la ventana, y el tiempo lluvioso -se oían caer gotas de lluvia sobre la chapa del alféizar de la ventana- lo ponía muy melancólico.

«¿Qué pasaría -pensó- si durmiese un poco más y olvidase todas las locuras?»

Pero esto era algo absolutamente imposible, porque estaba acostumbrado a dormir del lado derecho, pero en su estado actual no podía ponerse de ese lado. Aunque se lanzase con mucha fuerza hacia el lado derecho, una y otra vez se volvía a balancear sobre la espalda. Lo intentó cien veces, cerraba los ojos para no tener que ver las patas que pataleaban, y sólo cejaba en su empeño cuando comenzaba a notar en el costado un dolor leve y sordo que antes nunca había sentido.

«¡Dios mío! -pensó-. ¡Qué profesión tan dura he elegido! Un día sí y otro también de viaje. Los esfuerzos profesionales son mucho mayores que en el mismo almacén de la ciudad, y además se me ha endosado este ajetreo de viajar, el estar al tanto de los empalmes de tren, la comida mala y a deshora, una relación humana constantemente cambiante, nunca duradera, que jamás llega a ser cordial. ¡Que se vaya todo al diablo!»

Sintió sobre el vientre un leve picor, con la espalda se deslizó lentamente más cerca de la cabecera de la cama para poder levantar mejor la cabeza; se encontró con que la parte que le picaba estaba totalmente cubierta por unos pequeños puntos blancos, que no sabía a qué se debían, y quiso palpar esa parte con una pata, pero inmediatamente la retiró, porque el roce le producía escalofríos.

Se deslizó de nuevo a su posición inicial.

«Esto de levantarse pronto -pensó- hace a uno desvariar. El hombre tiene que dormir. Otros viajantes viven como pachás. Si yo, por ejemplo, a lo largo de la mañana vuelvo a la pensión para pasar a limpio los pedidos que he conseguido, estos señores todavía están sentados tomando el desayuno. Eso podría intentar yo con mi jefe, pero en ese momento iría a parar a la calle. Quién sabe, por lo demás, si no sería lo mejor para mí. Si no tuviera que dominarme por mis padres, ya me habría despedido hace tiempo, me habría presentado ante el jefe y le habría dicho mi opinión con toda mi alma. ¡Se habría caído de la mesa! Sí que es una extraña costumbre la de sentarse sobre la mesa y, desde esa altura, hablar hacia abajo con el empleado que, además, por culpa de la sordera del jefe, tiene que acercarse mucho. Bueno, la esperanza todavía no está perdida del todo; si alguna vez tengo el dinero suficiente para pagar las deudas que mis padres tienen con él -puedo tardar todavía entre cinco y seis años- lo hago con toda seguridad. Entonces habrá llegado el gran momento; ahora, por lo pronto, tengo que levantarme porque el tren sale a las cinco», y miró hacia el despertador que hacía tic tac sobre el armario.

«¡Dios del cielo!», pensó.

Eran las seis y media y las manecillas seguían tranquilamente hacia delante, ya había pasado incluso la media, eran ya casi las menos cuarto. «¿Es que no habría sonado el despertador?» Desde la cama se veía que estaba correctamente puesto a las cuatro, seguro que también había sonado. Sí, pero… ¿era posible seguir durmiendo tan tranquilo con ese ruido que hacía temblar los muebles? Bueno, tampoco había dormido tranquilo, pero quizá tanto más profundamente.

¿Qué iba a hacer ahora? El siguiente tren salía a las siete, para cogerlo tendría que haberse dado una prisa loca, el muestrario todavía no estaba empaquetado, y él mismo no se encontraba especialmente espabilado y ágil; e incluso si consiguiese coger el tren, no se podía evitar una reprimenda del jefe, porque el mozo de los recados habría esperado en el tren de las cinco y ya hacía tiempo que habría dado parte de su descuido. Era un esclavo del jefe, sin agallas ni juicio. ¿Qué pasaría si dijese que estaba enfermo? Pero esto sería sumamente desagradable y sospechoso, porque Gregorio no había estado enfermo ni una sola vez durante los cinco años de servicio. Seguramente aparecería el jefe con el médico del seguro, haría reproches a sus padres por tener un hijo tan vago y se salvaría de todas las objeciones remitiéndose al médico del seguro, para el que sólo existen hombres totalmente sanos, pero con horror al trabajo. ¿Y es que en este caso no tendría un poco de razón? Gregorio, a excepción de una somnolencia realmente superfluo después del largo sueño, se encontraba bastante bien e incluso tenía mucha hambre.

Mientras reflexionaba sobre todo esto con gran rapidez, sin poderse decidir a abandonar la cama -en este mismo instante el despertador daba las siete menos cuarto-, llamaron cautelosamente a la puerta que estaba a la cabecera de su cama.

-Gregorio -dijeron (era la madre)-, son las siete menos cuarto. ¿No ibas a salir de viaje?

¡Qué dulce voz! Gregorio se asustó, en cambio, al contestar. Escuchó una voz que, evidentemente, era la suya, pero en la cual, como desde lo más profundo, se mezclaba un doloroso e incontenible chillido, que en el primer momento dejaba salir las palabras con claridad para, al prolongarse el sonido, destrozarlas de tal forma que no se sabía si se había oído bien. Gregorio querría haber contestado detalladamente y explicarlo todo, pero en estas circunstancias se limitó a decir:

-Sí, sí, gracias madre, ya me levanto.

 

 

ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:

 

1. ¿Por qué Gregorio no podía dormir?

A.    Estaba acostumbrado a trabajar sin descanso.

B.    Su jefe no le permitía ninguna indisciplina.

C.    Su actual estado no le permitía acostarse sobre el lado derecho.

D.   Vivía atormentado por las deudas de sus padres.

E.    Era un esclavo de su deber.

 

2. ¿Quién considera que todas las personas están sanas y sólo sufren del horror del trabajo?

A.    Su madre.         

B.    El mozo del almacén.

C.    El jefe.

D.   El médico.         

E.    Su padre.

 

3. La descripción que hace el narrador del cuarto de Gregorio, nos permite no solamente

saber cómo es un rincón de la casa sino también:

A.    Una estampa recientemente recortada.

B.    Una mujer con garra de piedra.

C.    Un sueño pesado.

D.   El estado de ánimo del personaje.

E.    La ventana nublada.

 

4. Marca la respuesta que exprese mejor la reacción de Samsa al verse convertido en insecto.

A.    Siente horror y desesperación ante lo ocurrido.

B.    Le es indiferente todo lo que le ocurre.

C.    Piensa sólo en su jefe y en sus viajes.

D.   Fastidio al ver que el reloj marca las siete de la mañana.

E.    Se siente incómodo, pues cree que lo acusarán de holgazán.

 

5. Del texto podemos deducir que Gregorio:

A.    Necesita unas vacaciones en la playa.

B.    Quería un poco de consideración en su trabajo.

C.    Sentía una picazón en el vientre.

D.   No le gustaba oír su propia voz.

E.    Odiaba comer en los paraderos de los trenes.

 

6. Un hecho que debilitaría el argumento del médico sería:

A.    Los hombres son felices cada fin de mes.

B.    Gregorio es feliz viajando en tren.

C.    No todos los hombres son ociosos.          

D.   El médico nunca ha trabajado.

E.    El trabajo puede producir más placer que malestar.


7. Según la narración, ¿qué lo ponía melancólico a Gregorio?

8. ¿Por qué la actitud de Gregorio es un tanto absurda e irracional?

9. ¿Qué piensas de la actitud de Gregorio en este fragmento?

10. ¿Por qué Gregorio acepta con cierta naturalidad su nueva condición de insecto?

lunes, 22 de abril de 2024

UNA AMISTAD UNICA

Una amistad única Melany Margarita Perales Rodríguez Esc. General No. 21 Javier Luis Cabello Siller, Saltillo.


 Hace muchos años existió un mundo en el que todos los objetos cobraban vida, ese lugar era maravilloso. Pero no vengo a contarte sobre eso, sino sobre lo que ocurrió una noche helada en algún lugar de otro mundo. Una pala se encontraba explorando cuando de repente escuchó a alguien pidiendo auxilio. Guardó silencio para averiguar de dónde procedía ese ruido, después de un largo tiempo encontró un perro, apenas era un cachorro. La herramienta alcanzó a observar que tenía una pata lastimada, ella no dudó en ayudar a ese pequeño. Así que se inclinó, lo subió en su pecho y lo llevó a su hogar. Un cálido cuarto de albañil. Ella lo cuidó hasta que se curó. Pasaron los años y el perro creció fuerte y grande, y también cuidaba de él. Se habían hecho grandes amigos. El tiempo pasó y un día ella, la pala, estaba muy débil. El albañil la utilizó e inevitablemente se rompió.









viernes, 8 de marzo de 2024

LA CABEZA ROSA DEL MARCIANO AZUL

 En un planeta muy lejano, vivía un pequeño marciano de cabeza rosa y cuerpo azul. Era diferente, único en Marte. Pero un día llegó a su planeta una marcianita de su color y dejó de tener la atención de los demás. Se sintió muy solo, así que decidió pintar su cabeza de un llamativo color verde sin darse cuenta de que aquello no era pintura sino diminutas semillas. Al día siguiente brotó un increíble jardín en su cabeza y así volvió a llamar la atención de todo su planeta.




domingo, 3 de marzo de 2024

EL ELEFANTE PANTALONES

 El elefante don Luis podaba el pasto cuando de pronto pasó una cebra vendiendo pantalones. Se los quiso probar pero ninguno le quedaba. Entonces hizo un enorme berrinche, tan enorme como él y se tiró al piso y se arrastró por todo el lugar. Los animales estaban muy asustados. Pero la cebra le dijo que la siguiente semana pasaría con nuevos modelos y tallas más grandes. Esperó ansioso a la siguiente semana que volvió a pasar. Feliz, el elefante se probó tres y le quedaron súper bien.






jueves, 22 de febrero de 2024

CAMA SUPERHEROE

 Cama superhéroe 


. Había una vez una pequeña cama angosta y maloliente que quería ser mejor. Nadie quería dormir en ella, ni siquiera un perro. La pequeña cama pensaba que si se convertía en superhéroe, tal vez todos querrían descansar en ella pues así lo hacían las personas en las camas anchas y con un agradable olor. Cierto día, un gato llegó maullando tristemente y la cama pudo observar que estaba lastimado. Entonces la cama pensó: es el momento ideal, lo cuidaré y todos me querrán sin dudarlo. Le habló al gato y éste de inmediato se recostó en ella. —Gracias —dijo el gato—, es muy amable de tu parte. Nadie me ayudó, fue una suerte encontrarte. —De nada —respondió la cama—, mi mayor sueño es ser superhéroe y tú me has dado la oportunidad. —¿Superhéroe? —preguntó el gato asustado—, ¿en serio? —Muchas gracias, al fin conseguiré mi sueño.





sábado, 17 de febrero de 2024

EL ROBO DE MOZART

 El robo de Mozart.

 Hilda Gabriela Martínez Rivera Esc. Nazario S. Ortiz Garza, Saltillo.


 Hace mucho tiempo vivía un perro llamado Mozart. No era un perro cualquiera, pues caminaba y hablaba. De todos los animales era el más inteligente, pero se sentía solo ya que era el único que iba más allá de los ladridos. Un día, cansado de ser diferente, se sentó a observar cómo sus compañeros ladraban a la gente que pasaba. Duró horas y horas escuchando los sonidos, entonces se dio cuenta de que los demás perros seguían un patrón al ladrar. A eso le llamó música. Era increíble lo que había descubierto; esto lo llevó a componer melodías no sólo con ladridos, sino con todo tipo de sonidos. Mozart pensó en llevar la música al mundo humano pero se dio cuenta de que un campesino lo escuchaba. Mozart corrió y corrió pero este campesino lo atrapó, lo llevó a su casa y ahí lo encerró. El campesino le preguntó su nombre. Desde ese momento, el campesino se hizo llamar Mozart y lo obligó a decirle todo lo que sabía de música. Porque ese hombre no era un tonto y usó los conocimientos para su beneficio. Por eso ahora conocemos a Mozart como un genio musical.







lunes, 12 de febrero de 2024

MI GEMELA INVISIBLE

 Mi gemela invisible Karina Rivera Esc. Sec. General No. 5 José Vasconcelos, Torreón. Una mañana, mientras me encontraba desayunando, escuché un ruido extraño que provenía de mi cuarto. Me levanté y fui a asomarme. Ahí, justo al otro lado de la puerta, estaba yo. ¿Cómo podría ser eso posible? Sólo me quedé viéndome y asustada salí inmediatamente hacia la habitación de mis padres. Les conté lo sucedido, pero ellos no me creyeron. Me fui al colegio como de costumbre, todo parecía estar bien hasta que... ¡Me topé con ella! Nuevamente se me quedó viendo, yo cerré y abrí mis ojos pero ella aún seguía ahí. Entonces, me armé de valor y le pregunté, ¿quién eres?, ¿y por qué me sigues? Ella me contestó con delicadeza: “Soy tu gemela, se cómo te sientes, nuestra abuela que ahora está en el cielo, de donde yo vengo, me mandó; mi deber es acompañarte por determinado tiempo”. Quedé impactada, pero aun así, me di la media vuelta y con lágrimas en los ojos me retiré. No pasaron más de cinco minutos cuando estaba al lado de mí. Le pregunté a una de mis compañeras si veía a alguien, pero no, ella no la veía. En ese instante me di cuenta de que era mi gemela invisible. Así transcurrieron los días, era como mi sombra. Esta mañana me levanté, escuché ruidos, los vi a todos desayunando con ella, pero nadie me pudo ver. Mi gemela me ignoró cuando quise hablarle, la miro callada desde esta pared en que me encuentro. Me mira y sale corriendo del cuarto, la sigo hasta su colegio, intento hablar con ella, se detiene y replica: “¿Quién eres? ¿Por qué me sigues? Yo no tengo la culpa de que seas invisible”




miércoles, 7 de febrero de 2024

El Charro Negro

 

El Charro Negro

Cuentos cortos de terror que no te dejarán dormir tranquilo

Otro un cuento de terror corto, el Charro venía de una familia pobre, pese a las carencias materiales a este joven jamás le faltó el amor de sus padres. Sin embargo esto no parecía suficiente para él, ya que estaba obsesionado con obtener recursos para andar muy bien vestido y calzado.

Los días pasaban y el Charro se llenaba aún más de frustración por la pobreza en la que vivía. Por más que trabajaba, el dinero no le alcanzaba para tener el estilo de vida que tanto deseaba.

Al tiempo fallecieron sus padres, y con ello creció la desgracia de aquel hombre, quien tomó la decisión de invocar al diablo para pedirle riquezas. Finalmente logró que Lucifer se le apareciera, éste le ofreció todo el dinero que quisiera, pero a cambio debía darle su alma.

El Charro aceptó sin pensar la propuesta del diablo, sintiéndose victorioso, ya que por fin tenía lo que tanto había deseado tener mucho dinero y cumplir cada uno de sus caprichos.

El tiempo fue pasando el Charro ya entrado en edad, se fue dando cuenta que estaba muy solo, nada lo hacía feliz, las mujeres y amigos que tenía a su lado era solo por interés.

Conforme fueron pasando los años el Charro olvidó el pacto que había hecho con el diablo, quien no tardó en aparecer y darle así un gran susto. Este hombre trató de esconderse, mandó a colocar cruces por todas sus tierras y a  construir capilla.

El Charro preocupado no podía estar tranquilo, el cobro de la deuda lo atormentaba cada segundo de su vida. Tomó la decisión de huir sin que nadie lo viera, agarró su caballo junto con una bolsa llena de monedas de oro y se fue. Pero el poder del diablo era muy fuerte y no tardó en darse cuenta de las intenciones del hombre.

Nuevamente se le apareció y le dijo: iba a esperar que te murieras para venir por tu alma, pero por tu cobardía te llevaré ahora mismo. El Charro intentó reaccionar con su caballo, a quien el diablo también condenó al infierno, no sin antes dejarle la tarea de cobrarle a quienes le deben. Y si lo hacía bien, dejaría que el hombre que acepte la bolsa con las monedas, tome su lugar.

A partir de ese momento, el Charro fue condenado a sufrir un sinfín de tormentos en el infierno, y solo salir para cobrar a quienes tienen deudas con Lucifer. Con la esperanza de que algún día, alguna persona avariciosa acepte las monedas y tome su lugar. Solo así el Charro Negro y su caballo lograrían descansar en paz.

jueves, 25 de enero de 2024

La araña pollito - Horacio Quiroga

La araña pollito - Horacio Quiroga

Esta gran araña se llama así, según la etimología popular, por su capacidad para atacar y devorar un pollito. No es fácil, sin embargo, que pueda hacerlo. Ni sus costumbres ni sus fuerzas se lo permiten con éxito. Más fácilmente se ha de contentar con insectos de su familia, a semejanza de todas las arañas. Sus dientes, sin embargo, no son cosa de despreciar, ni aún por un ser humano, conforme se verá por el siguiente ejemplo: un hombre que yo conocía, envejecido en la dura vida del extremo nordeste de la república, no había perdido a sus años la costumbre de reírse cada vez que oía hablar del veneno de la araña pollito.
Este hombre había sido mordido dos veces por tantas yararás, y una vez por una serpiente de cascabel. En la mitad de su vida, un rayo le había arrancado todos los dientes superiores. Debido, sin duda, a esta familiaridad con los acontecimientos de volumen, el hombre resistíase a admitir el peligro que encarnan los vellosos y curvos dientes de la araña pollito.
- Yo he visto más de mil en mi vida - decía-. Y todas aplastadas de patas contra el suelo.
Yo sabía en esa época de dos endurecidos peones de monte, que se habían desmayado instantáneamente al ser mordidos por esa araña.
- Dos miedosos, nada más; (él sabía bien que no eran miedosos) - decía riendo nuestro incrédulo.
Pues bien; supe una mañana que dicho hombre acababa de ser visto sentado junto al fogón con una vincha mojada sobre la frente, quejándose bien alto mientras se balanceaba en el banco.
Había sido mordido por una araña pollito.
Fui a ver a aquel escéptico, sin reírme en lo más mínimo, porque sospechaba que no había lugar a risa alguna.
- ¡Maldita basura! - me dijo inmediatamente el hombre mordido -. No puedo ni tomar agua todavía...¡Y he aplastado miles y miles de esos bichos, le aseguro... Figúrese que hace un rato yo estaba aquí mismo... esperando que hirvieran porotos...cuando bien por encima de mi cabeza una de esas arañas bajó del techo por el caño de la escopeta... Yo la arranqué del caño por una pata, y en el aire sentí que se me enredaba en los dedos...y me picó. En seguida, en el momento mismo, vi todo azul... y sentí que las piernas se me doblaban... Y casi caigo sentado en la olla de porotos... ¡Nunca creí, yo le juro, que uno pudiera perder tan de golpe las fuerzas, y ver azul el barro!...
Los otros dos hombres mordidos por una araña pollito, de que he hecho mención, sufrieron igual síncope. Uno cayó desmayado con la mitad del cuerpo dentro del agua, y el otro se desplomó sin sentido, a pleno sol de fuego.
Pero tanto el uno como el otro, e igualmente nuestro conocido, no sufrieron mayores molestias, salvo una ligera hinchazón de la parte mordida, y un atroz dolor de cabeza que los hacía hamacarse gimiendo.

Horacio Quiroga (Uruguay, 1878 - 1937) es considerado el padre del cuento latinoamericano. En sus obra exploró el espacio de la selva, la relación del hombre con la muerte y el inconmensurable poder de la naturaleza.

Este cuento comienza describiendo a la "araña pollito", un insecto de gran tamaño que suele verse en el campo. Luego, se muestra que el anciano peca de soberbia. Ha vivido tantas experiencias traumáticas en su contacto con el mundo salvaje, que no le teme a aquella simple criatura que, por lo general, es lenta y poco agresiva.

Sin embargo, luego de un encuentro con ella, va a experimentar un dolor inimaginable. Por ello, vemos que la moraleja reside en no subestimar a nada ni a nadie, ya que de donde menos se espera, puede haber peligro.

lunes, 22 de enero de 2024

YO LA MATÉ

 Yo la maté

Autor: Oscar de la Borbolla
Escena 1
Acto 1
Oscar (camina pensativo y temeroso): Durante muchos años he guardado un secreto , la desaparición de mi abuela.
Rafael (preocupado): ¿Qué sucedió?
Oscar :(en voz baja): Jamás se lo conté a alguien ni siquiera a mis hermanos Ligia y Mario de los cuales estoy seguro me habrían entendido.
Rafael :(intrigado): ¿Qué hacías cuando hablaban del tema?
Oscar .(nervioso): Evitaba el tema e incluso cuando pensaba en la muerte de mi abuela y recordaba esa escena, me imponía castigos, creyendo que así olvidaría todo. Y al paso de los años borraría el recuerdo de ese rostro aterrador que yo sacudía con ambas manos al estrangular a mi abuela, como si el silencio no tuviera su propio lenguaje y no comunicara sus verdades a grandes voces.
Rafael :(impresionado): ¿Cuáles fueron tus razones?
Oscar :(sínico): No fue fácil tomar la decisión, ni fue fácil ejecutarla. Primero, porque yo la amaba y segundo porque en ese tiempo era débil y torpe y ella una viejita de 70 que a diario barría la casa, gracias a eso permanecía encorvada con la frente mirando al piso y tenia fuertes deseos de vivir al igual que yo.

Escena 2
Acto 2
Rafael :(ansioso): ¿Cómo sucedió?
Oscar :(perturbado): Aquello fue un debate, una pelea cuerpo a cuerpo, que por poco salgo mal librado. De no haber sido por el golpe que se dio en la cabeza tras huir y estrellarse contra la pared de mosaicos me habría atravesado con su cuchillo cebollero, el golpe la ataranto y la sangre comenzó a cubrirle los ojos. Yo aproveche el momento, puse mis manos sobre su garganta y apreté hasta hundirle la manzana de Adán.
Justo al terminar antes del último suspiro abrir impresionantemente los ojos y fue la última vez que me dijo Oscarito  sin embargo no deje de apretar después de muerta medio hora más.

Escena 3
Acto  3
Rafael:(preocupado) ¿por qué lo hizo?
Oscar: (alterado) mi abuela planeaba realizar su vida lejos de nosotros se dio cuenta de que su vida se encontraba en el piso como confeti, planeaba  abandonarnos dejar a sus nietos que le ofrecíamos nuestra risa para consuelo de su vejez. En lugar de sentirse plena con nuestro amor infantil, egoísta y posesivo.
Rafael: (confundido) ¿pero como no entiendo?
Oscar: (impaciente) ella quería vivir la vida al final de su vida quería gastarse todo lo qué le quedaba en ella, muchas veces la escuche decir ojala que me lleve el diablo” yo creí que se trataba de un frase de fastidio. Pero pronto descubrí que el diablo no era el diablo sino un demonio negro que apodaban “el diablo” por sus orejas puntiagudas  y lo negro chamuscado de sus labios.
Rafael: (intranquilo) ¿pero que te orillo hacer aquello?
Oscar: (exaltado) La vergüenza, el temor y otros factores me orillaron a matarla
Hoy por fin me atrevo  a gritar a los cuatro vientos lo que calle durante tantos y tantos años que genero en mí una necesidad cada vez mayos de confesar y por fin lo hice
Hoy por fin gracias a ti puedo confesar mi primer crimen pasional y exhibir los detalles sin sufrir las consecuencias.

viernes, 12 de enero de 2024

 LA VIDA ES DIFICL, LAS PRUEBAS SON INTENSAS, LA RECOMPENSA TAL VEZ VALGA LA PENA, LAS DESICIONES SON IMPORTANTES, ES COMO UN JUEGO, SI ELIGES BIEN O MAL REPERCUTE EN OTROS ESCENARIOS.


FUERZA