UNA METAMORFOSIS
miércoles, 4 de junio de 2025
NO PUEDO ESTAR CONFUNDIDO
miércoles, 8 de enero de 2025
INICIÓ DE AÑO NUEVO
Siempre en inicio de año nuevo, tenemos la creencia de que empezamos de cero, la gente piensa que tenemos una nueva oportunidad para hacer las cosas bien o las que no hemos realizado y ... Están en lo correcto.
martes, 24 de septiembre de 2024
UNA METAMORFOSIS
Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.
«¿Qué me ha ocurrido?», pensó.
No era un sueño. Su habitación, una auténtica habitación humana, si bien algo pequeña, permanecía tranquila entre las cuatro paredes harto conocidas. Por encima de la mesa, sobre la que se encontraba extendido un muestrario de paños desempaquetados -Samsa era viajante de comercio-, estaba colgado aquel cuadro que hacía poco había recortado de una revista y había colocado en un bonito marco dorado. Representaba a una dama ataviada con un sombrero y una boa de piel, que estaba allí, sentada muy erguida y levantaba hacia el observador un pesado manguito de piel, en el cual había desaparecido su antebrazo.
La mirada de Gregorio se dirigió después hacia la ventana, y el tiempo lluvioso -se oían caer gotas de lluvia sobre la chapa del alféizar de la ventana- lo ponía muy melancólico.
«¿Qué pasaría -pensó- si durmiese un poco más y olvidase todas las locuras?»
Pero esto era algo absolutamente imposible, porque estaba acostumbrado a dormir del lado derecho, pero en su estado actual no podía ponerse de ese lado. Aunque se lanzase con mucha fuerza hacia el lado derecho, una y otra vez se volvía a balancear sobre la espalda. Lo intentó cien veces, cerraba los ojos para no tener que ver las patas que pataleaban, y sólo cejaba en su empeño cuando comenzaba a notar en el costado un dolor leve y sordo que antes nunca había sentido.
«¡Dios mío! -pensó-. ¡Qué profesión tan dura he elegido! Un día sí y otro también de viaje. Los esfuerzos profesionales son mucho mayores que en el mismo almacén de la ciudad, y además se me ha endosado este ajetreo de viajar, el estar al tanto de los empalmes de tren, la comida mala y a deshora, una relación humana constantemente cambiante, nunca duradera, que jamás llega a ser cordial. ¡Que se vaya todo al diablo!»
Sintió sobre el vientre un leve picor, con la espalda se deslizó lentamente más cerca de la cabecera de la cama para poder levantar mejor la cabeza; se encontró con que la parte que le picaba estaba totalmente cubierta por unos pequeños puntos blancos, que no sabía a qué se debían, y quiso palpar esa parte con una pata, pero inmediatamente la retiró, porque el roce le producía escalofríos.
Se deslizó de nuevo a su posición inicial.
«Esto de levantarse pronto -pensó- hace a uno desvariar. El hombre tiene que dormir. Otros viajantes viven como pachás. Si yo, por ejemplo, a lo largo de la mañana vuelvo a la pensión para pasar a limpio los pedidos que he conseguido, estos señores todavía están sentados tomando el desayuno. Eso podría intentar yo con mi jefe, pero en ese momento iría a parar a la calle. Quién sabe, por lo demás, si no sería lo mejor para mí. Si no tuviera que dominarme por mis padres, ya me habría despedido hace tiempo, me habría presentado ante el jefe y le habría dicho mi opinión con toda mi alma. ¡Se habría caído de la mesa! Sí que es una extraña costumbre la de sentarse sobre la mesa y, desde esa altura, hablar hacia abajo con el empleado que, además, por culpa de la sordera del jefe, tiene que acercarse mucho. Bueno, la esperanza todavía no está perdida del todo; si alguna vez tengo el dinero suficiente para pagar las deudas que mis padres tienen con él -puedo tardar todavía entre cinco y seis años- lo hago con toda seguridad. Entonces habrá llegado el gran momento; ahora, por lo pronto, tengo que levantarme porque el tren sale a las cinco», y miró hacia el despertador que hacía tic tac sobre el armario.
«¡Dios del cielo!», pensó.
Eran las seis y media y las manecillas seguían tranquilamente hacia delante, ya había pasado incluso la media, eran ya casi las menos cuarto. «¿Es que no habría sonado el despertador?» Desde la cama se veía que estaba correctamente puesto a las cuatro, seguro que también había sonado. Sí, pero… ¿era posible seguir durmiendo tan tranquilo con ese ruido que hacía temblar los muebles? Bueno, tampoco había dormido tranquilo, pero quizá tanto más profundamente.
¿Qué iba a hacer ahora? El siguiente tren salía a las siete, para cogerlo tendría que haberse dado una prisa loca, el muestrario todavía no estaba empaquetado, y él mismo no se encontraba especialmente espabilado y ágil; e incluso si consiguiese coger el tren, no se podía evitar una reprimenda del jefe, porque el mozo de los recados habría esperado en el tren de las cinco y ya hacía tiempo que habría dado parte de su descuido. Era un esclavo del jefe, sin agallas ni juicio. ¿Qué pasaría si dijese que estaba enfermo? Pero esto sería sumamente desagradable y sospechoso, porque Gregorio no había estado enfermo ni una sola vez durante los cinco años de servicio. Seguramente aparecería el jefe con el médico del seguro, haría reproches a sus padres por tener un hijo tan vago y se salvaría de todas las objeciones remitiéndose al médico del seguro, para el que sólo existen hombres totalmente sanos, pero con horror al trabajo. ¿Y es que en este caso no tendría un poco de razón? Gregorio, a excepción de una somnolencia realmente superfluo después del largo sueño, se encontraba bastante bien e incluso tenía mucha hambre.
Mientras reflexionaba sobre todo esto con gran rapidez, sin poderse decidir a abandonar la cama -en este mismo instante el despertador daba las siete menos cuarto-, llamaron cautelosamente a la puerta que estaba a la cabecera de su cama.
-Gregorio -dijeron (era la madre)-, son las siete menos cuarto. ¿No ibas a salir de viaje?
¡Qué dulce voz! Gregorio se asustó, en cambio, al contestar. Escuchó una voz que, evidentemente, era la suya, pero en la cual, como desde lo más profundo, se mezclaba un doloroso e incontenible chillido, que en el primer momento dejaba salir las palabras con claridad para, al prolongarse el sonido, destrozarlas de tal forma que no se sabía si se había oído bien. Gregorio querría haber contestado detalladamente y explicarlo todo, pero en estas circunstancias se limitó a decir:
-Sí, sí, gracias madre, ya me levanto.
ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN LECTORA:
1. ¿Por qué Gregorio no podía dormir?
A. Estaba acostumbrado a trabajar sin descanso.
B. Su jefe no le permitía ninguna indisciplina.
C. Su actual estado no le permitía acostarse sobre el lado derecho.
D. Vivía atormentado por las deudas de sus padres.
E. Era un esclavo de su deber.
2. ¿Quién considera que todas las personas están sanas y sólo sufren del horror del trabajo?
A. Su madre.
B. El mozo del almacén.
C. El jefe.
D. El médico.
E. Su padre.
3. La descripción que hace el narrador del cuarto de Gregorio, nos permite no solamente
saber cómo es un rincón de la casa sino también:
A. Una estampa recientemente recortada.
B. Una mujer con garra de piedra.
C. Un sueño pesado.
D. El estado de ánimo del personaje.
4. Marca la respuesta que exprese mejor la reacción de Samsa al verse convertido en insecto.
A. Siente horror y desesperación ante lo ocurrido.
B. Le es indiferente todo lo que le ocurre.
C. Piensa sólo en su jefe y en sus viajes.
D. Fastidio al ver que el reloj marca las siete de la mañana.
E. Se siente incómodo, pues cree que lo acusarán de holgazán.
5. Del texto podemos deducir que Gregorio:
A. Necesita unas vacaciones en la playa.
B. Quería un poco de consideración en su trabajo.
C. Sentía una picazón en el vientre.
D. No le gustaba oír su propia voz.
E. Odiaba comer en los paraderos de los trenes.
6. Un hecho que debilitaría el argumento del médico sería:
A. Los hombres son felices cada fin de mes.
B. Gregorio es feliz viajando en tren.
C. No todos los hombres son ociosos.
D. El médico nunca ha trabajado.
E. El trabajo puede producir más placer que malestar.
7. Según la narración, ¿qué lo ponía melancólico a Gregorio?
8. ¿Por qué la actitud de Gregorio es un tanto absurda e irracional?
9. ¿Qué piensas de la actitud de Gregorio en este fragmento?
10. ¿Por qué Gregorio acepta con cierta naturalidad su nueva condición de insecto?
lunes, 22 de abril de 2024
UNA AMISTAD UNICA
Una amistad única Melany Margarita Perales Rodríguez Esc. General No. 21 Javier Luis Cabello Siller, Saltillo.
Hace muchos años existió un mundo en el que todos los objetos cobraban vida, ese lugar era maravilloso. Pero no vengo a contarte sobre eso, sino sobre lo que ocurrió una noche helada en algún lugar de otro mundo. Una pala se encontraba explorando cuando de repente escuchó a alguien pidiendo auxilio. Guardó silencio para averiguar de dónde procedía ese ruido, después de un largo tiempo encontró un perro, apenas era un cachorro. La herramienta alcanzó a observar que tenía una pata lastimada, ella no dudó en ayudar a ese pequeño. Así que se inclinó, lo subió en su pecho y lo llevó a su hogar. Un cálido cuarto de albañil. Ella lo cuidó hasta que se curó. Pasaron los años y el perro creció fuerte y grande, y también cuidaba de él. Se habían hecho grandes amigos. El tiempo pasó y un día ella, la pala, estaba muy débil. El albañil la utilizó e inevitablemente se rompió.
viernes, 8 de marzo de 2024
LA CABEZA ROSA DEL MARCIANO AZUL
En un planeta muy lejano, vivía un pequeño marciano de cabeza rosa y cuerpo azul. Era diferente, único en Marte. Pero un día llegó a su planeta una marcianita de su color y dejó de tener la atención de los demás. Se sintió muy solo, así que decidió pintar su cabeza de un llamativo color verde sin darse cuenta de que aquello no era pintura sino diminutas semillas. Al día siguiente brotó un increíble jardín en su cabeza y así volvió a llamar la atención de todo su planeta.
domingo, 3 de marzo de 2024
EL ELEFANTE PANTALONES
El elefante don Luis podaba el pasto cuando de pronto pasó una cebra vendiendo pantalones. Se los quiso probar pero ninguno le quedaba. Entonces hizo un enorme berrinche, tan enorme como él y se tiró al piso y se arrastró por todo el lugar. Los animales estaban muy asustados. Pero la cebra le dijo que la siguiente semana pasaría con nuevos modelos y tallas más grandes. Esperó ansioso a la siguiente semana que volvió a pasar. Feliz, el elefante se probó tres y le quedaron súper bien.
jueves, 22 de febrero de 2024
CAMA SUPERHEROE
Cama superhéroe
. Había una vez una pequeña cama angosta y maloliente que quería ser mejor. Nadie quería dormir en ella, ni siquiera un perro. La pequeña cama pensaba que si se convertía en superhéroe, tal vez todos querrían descansar en ella pues así lo hacían las personas en las camas anchas y con un agradable olor. Cierto día, un gato llegó maullando tristemente y la cama pudo observar que estaba lastimado. Entonces la cama pensó: es el momento ideal, lo cuidaré y todos me querrán sin dudarlo. Le habló al gato y éste de inmediato se recostó en ella. —Gracias —dijo el gato—, es muy amable de tu parte. Nadie me ayudó, fue una suerte encontrarte. —De nada —respondió la cama—, mi mayor sueño es ser superhéroe y tú me has dado la oportunidad. —¿Superhéroe? —preguntó el gato asustado—, ¿en serio? —Muchas gracias, al fin conseguiré mi sueño.